El derecho de terminar una relación comercial es de ambas partes, ¿pero cuándo es el momento de dejarlo ir, si hemos aprendido que el cliente es lo primordial y sabemos lo que nos cuesta atraer cada prospecto?

Si un cliente cumple con los siguientes factores, es el momento de poner todo en una balanza para decidir que ya no es funcional ni rentable trabajar con él:

  • Constantes fallas de comunicación y malentendidos.
  • El cliente se aleja del perfil determinado en tu plan de negocios.
  • Detectas que tus colaboradores ya no trabajan con pasión con ese cliente.
  • El cliente no cumple con la parte que le corresponde y, por tanto, se ve bloqueado tu trabajo.
  • Son más problemas e inversión de tiempo y recursos de lo que te paga.
  • Desestima la consultoría, productos y/o servicios que le ofreces.
  • No quiere seguir creciendo.

Malamente se ha pensado en el mundo de los negocios que mientras más clientes logres, mayor éxito tendrá tu empresa; si trabajas con estrategia y con un plan definido de negocios sabrás que puedes tener menos clientes, pero mejor calificados y que te brinden más recursos, incluso sin demandarte tanto tiempo como otros.

Es importante definir 2 ó 3 categorías de clientes que quieres para tu negocio, el ideal, el real y el que puede escalar, para que sepas con quién quieres trabajar y si desde el principio abordas tu forma de trabajo, procesos y tu oferta el cliente estará consciente de cómo se llevará esa relación.

Si no cumple con esos perfiles de cliente es mejor declinarlos antes de iniciar cualquier proyecto y si en un momento dado ya lo aceptaste darás un tiempo para evaluarlo y determinar si ese cliente se está volviendo tóxico. Nadie quiere algo tóxico dentro de su organización.

Valora a un cliente que cumple con lo acordado, que quiere hacer sinergia, que sabe hacia dónde va junto con lo que le estás ofreciendo y paga lo justo por tu trabajo. Antes de decir “se acabó”, piénsalo bien, analiza en frío, con datos en la mano y no en un momento emocional; toma en cuenta la opinión de tus colaboradores, la balanza debe ser clara porque en ocasiones antes de la ruptura quedan otros caminos como replantear la estrategia.

¿Llegó el momento de romper relaciones? Muy bien, hazlo cordialmente, una puerta nunca debe cerrarse por una emoción desmedida; deja todo en orden, concluye con las tareas y procesos acordados e inclusive dale opciones o consultoría final de valor para que ambas partes queden satisfechas. El respeto es fundamental y al final saca una lección de por qué ese cliente no te hacía feliz, qué tanto influyó tu empresa o tus colaboradores en esa ruptura.