Con la llegada del internet como una forma de hacer negocios, estos tuvieron que adaptarse para poder seguir presentes en el mercado. Actualmente sin una página de internet, un negocio difícilmente prosperará a diferencia de otros que sí cuenten con ella.
El inbound marketing te hará el trabajo más fácil: crea experiencias que impacten al público que llegue a tu sitio web, blog o red social; posteriormente estableces comunicación con ellos a través de mails, chats y por último, los deleitas, es decir, ofreces una experiencia continua y positiva de tus servicios.
Bien pero ¿cómo logramos todo esto?
El primer paso es crear contenido, relevante y pertinente que sea de impacto en tu posible cliente. piénsalo: imagina que un día intentas buscar cualquier cosa en internet y solamente te arrojara un resultado y sobre algo que no te interesa. Ni siquiera te preocuparías por entrar.
Lo mismo sucede con los sitios web: si no ofrecen ayuda, una solución, consejo o tip ¿que nos invitará a entrar? Es necesario que pienses en la problemática del cliente, en lo que necesita y en cómo tu empresa le ayudará a resolverlo. Para poder hacerle llegar esa información al cliente escribe un blog, crea un video o infografía con los datos que le ayudarán a saber que lo entiendes y que eres alguien que puede ayudar a resolver la problemática.
La segunda fase es interactuar: que el cliente sepa que hay alguien de carne y hueso dándole seguimiento a su problemática y que podrá ayudarle a resolverla: llamadas telefónicas, citas, envíos de información a través de correo electrónico; las posibilidades son infinitas. Así lograrás que ese posible cliente se afiance por fin y que sea un nuevo fidelizador tu empresa.
La última fase es deleitar, es decir, hacerle saber el cliente que cuenta con tu empresa aún si ya se ha resuelto tu problema: logra esto con automatización de correos, respuestas automáticas en redes sociales y seguimiento constante. De esta forma será el propio cliente quien cuente a los demás los beneficios que encontró contigo.
Convierte tu sitio no en un escaparate donde la gente se acerque a mirar y se vaya, sino en un lugar donde se sabrá escuchado, atendido y encontrará por sí mismo aquello que no sabía qué estaba buscando: ¡tu producto o servicio!